
Entrevista con la autora nicaragüense Gioconda Belli por Zoom
Por: Elvira Sánchez Blake
Desde que leí los primeros poemas y su novela La mujer habitada, he admirado la obra y trayectoria de Gioconda Belli. Gioconda reconoce que ha vivido muchas vidas, ha sido muchas mujeres, y especialmente ha sobrevivido varios cataclismos, desde terremotos devastadores hasta triunfos y derrotas políticas, incluidos dos exilios. El exilio más reciente hace apenas dos años, fue ordenado por su antiguo compañero de lucha, Daniel Ortega.
Gioconda Belli ha logrado combinar su compromiso político con su vocación poética. Su obra se reconoce por dar voz de las mujeres en varios poemarios, y a través de novelas que reivindican el cuerpo y el poder femenino. Entre sus títulos más destacados se encuentran: La mujer habitada (1988), Sofía de los presagios (1990), Waslala (1996), El pergamino de la seducción (2005), El país de las mujeres (2010), El intenso calor de la luna (2014) y El país bajo mi piel, una autobiografía, publicada en 2001, con una reedición actualizada en 2024. Sus poemarios Sobre la grama, Línea de fuego (1974) y De la costilla de Eva (1978), la lanzaron a la fama con galardones como Premio Casa de las Américas, el Sor Juana Inés de la Cruz y más recientemente, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.
El 20 de julio de 1979 Gioconda entró triunfante a Managua con la bandera del Frente Sandinista de Liberación Nacional, como una de las líderes que contribuyeron a deponer al dictador de Nicaragua, Anastasio Somoza. Sin embargo, el triunfo revolucionario pronto fue derrocado por la Contra ofensiva de Ronald Reagan en los años ochenta, que culminó con el triunfo electoral de la derecha en 1990. El fracaso del sueño revolucionario tuvo muchas repercusiones entre sus líderes con desencantos y con la creación de nuevos partidos y propuestas políticas. Mientras tanto Nicaragua volvió a caer en el marasmo de la incertidumbre.
El sandinismo volvió al poder en 2007 encabezado por Daniel Ortega. No obstante, su proyecto político tomó otro rumbo y se convirtió en lo mismo que habían intentado erradicar: en un poder dictatorial represivo. Muchos de sus antiguos compañeros, incluida Gioconda, se opusieron a los abusos de poder de Ortega y de su esposa, Rosario Murillo, mediante denuncias políticas y manifiestos.
El 16 de febrero de 2023, mediante una sentencia ilegal, Daniel Ortega despojó a Gioconda Belli, a Sergio Ramírez y a otros 93 intelectuales y activistas de la nacionalidad nicaragüense acusándolos de traición a la patria sin pruebas ni derecho a la defensa. La sentencia incluyó la confiscación de todos sus bienes, además de la pensión de jubilación. La mayoría eran antiguos compañeros de la revolución sandinista, ahora traicionados por un líder que se enamoró del poder y del autoritarismo.
La última novela de Gioconda Belli, Un silencio lleno de murmullos (2024) habla de los sueños, las desilusiones y de un tema muy personal, los retos de la maternidad dentro de la revolución. La siguiente es la conversación que trata sobre la trayectoria de vida de Gioconda Belli y en especial, sobre su última novela.
Su autobiografía Un país bajo mi piel comienza con la frase: «Dos cosas decidieron mi vida: el país donde nací y el sexo con que vine al mundo.» A través de todas esas experiencias, ¿cómo se une la causa de la mujer y la causa política?
Yo me formé en la lucha feminista y en la lucha política con muchas lecturas. Tuve una concientización de la lucha feminista. Al mismo tiempo descubrí la literatura latinoamericana. Mis amigos poetas y artistas fueron los que me introdujeron al Boom y a libros revolucionarios. Fui tomando conciencia a todo nivel. En Nicaragua no había alternativa. Yo decidí unirme a la lucha armada. Era la época en que la revolución cubana se veía como un faro libertario.
El Frente Sandinista era un lugar donde uno se educaba. Lo primero que hacías era entrar al círculo de estudio donde aprendías filosofía, sociología, historia. Poco a poco fui construyendo conciencia política sobre la justicia social que te da vivir en un país con tanta desigualdad, a través de muchas lecturas, discusiones y una base teórica sólida de pensamiento. Esa base ha sido fundamental, aunque se ha modificado con el tiempo. Ya no creo en el marxismo ni en el socialismo soviético ni el cubano. Pienso que la izquierda se ha quedado estancada. Me identificaría como social demócrata. Quisiera ser más joven para meterme en las discusiones filosóficas del momento. En medio de todos estos debates intelectuales me doy cuenta de que la mujer era la víctima clarísima de todo un sistema patriarcal. La mujer era la primera explotada. Por eso me sentía cuestionada en mi propia vida por todo lo que me pasaba.
En todas sus obras, tanto poética como narrativa hay mujeres rebeldes, transgresoras, sujetos de sí mismas. Pienso en Lavinia de La mujer habitada, en Sofía de los presagios, en la Juana de El pergamino de la seducción, Melisandra de Waslala, Valeria y Penélope, de Un silencio lleno de murmullos. ¿Quién eres tú de todos estos personajes?
Yo creo que la personaje que más me define es Lavinia en La mujer habitada. Porque en la novela cuento el problema de romper con su clase social, es decir, la contradicción entre sentirte privilegiada y que quieres participar en algo en que los compañeros te ven como privilegiada. No te perdonaban que fueras “pequeña burguesa”, cualquier cosa que hicieras o dijeras, el origen de clase salía a bailar. Y después de la revolución fue peor. El origen de clase no pesó cuando estabas en medio de la lucha, en la trinchera, pero en la fase de la constitución del poder, le daban más peso al guerrillero heroico que a una mujer heroica.
Lavinia tiene ese componente de lucha consigo misma. Y la de muchas mujeres que no nos sentíamos empoderadas. Lavinia dice «Yo no escogí donde nacer. Uno puede escoger tu vida, como la vives, pero no tengo por qué cargar la culpa del lugar en que nací.»
Tus poemas se han convertido en un referente y modelo para las mujeres. Por ejemplo el poema “Y Dios me hizo mujer” siempre aparece el 8 de marzo. En ese poema captaste la esencia del ser mujer. ¿Qué falta para que podamos romper los paradigmas sobre la mujer?
Con mis primeros poemarios rompí varios paradigmas: el cuerpo, la mirada y el deseo femenino. Y causaron un gran revuelo en la sociedad nicaragüense. El paradigma de la mujer como tentación expresado en la Biblia, y eso aunado al paradigma de la virginidad de la virgen. Son los paradigmas con los que crecemos: símbolo de tentación y de perdición por su cuerpo. Y es que el cuerpo de la mujer tiene un poder extraordinario.
En El país de las mujeres yo digo que la sociedad está hecha para hombres que tienen esposas. La organización del trabajo laboral es un desastre para nosotras y no te compensa. Con el ingreso de las mujeres al mundo laboral los hombres han perdido el papel de proveedores. Entonces, se ha provocado una crisis de identidad enorme y una lucha antifeminista tremenda. El movimiento “anti woke” es la muestra de esto.
Lo que falta es tiempo porque toda esa parte identitaria ha sido dañina por lo rápido que se ha querido cambiar todo. Por ejemplo, aceptar los cambios de sexo, aceptar a los trans, a los gays es complejo, y es mucho más difícil para las mujeres aceptar esos cambios. Son ellas las que más se oponen. Nuestra biología nos ha causado todos los problemas. La biología no se puede obviar en el caso de la lucha de la mujer. Entiendo que debe ser muy feo nacer en un cuerpo que no te pertenece, pero también entiendo lo difícil de aceptarlo. La maternidad es uno de los asuntos más complejos de entender porque ahí están imbricados la biología, el cuerpo y la condición de la mujer.
La última novela, Un silencio lleno de murmullos es una deconstrucción de la maternidad que muestra la relación madre-hija en todas sus facetas: la hija abandonada, la adopción y la vida oculta de la madre. Además gira alrededor de la tesis del abandono de la madre revolucionaria con la justificación de crear un país mejor para sus hijos. ¿Cómo llegaste a esta novela?
Cuando pasó la pandemia yo tenía una idea escribir algo sobre la desilusión política sin ser derrotista. Yo tenía que contar lo que significaba haber dedicado tu vida a una causa y rescatar las vidas de tanta gente que murió en el proceso. Yo estoy viva, pero tantos que murieron, que yo amé, muchos amigos. No sé qué harían si resucitarán y vieran lo que ha pasado con su lucha. Se me ocurrió la idea de escribir sobre la relación madre-hija. Yo he tenido ese sentimiento de culpa con mis hijas y ellas han tenido muchos reclamos. Los hemos ido resolviendo con el tiempo. Me ha hecho sufrir y las ha hecho sufrir a ellas. Pagamos un precio, los que estuvimos involucrados, pero también los que lo pagaron indirectamente. Quise contar un poco esa pérdida y cómo no salir derrotada. La verdad, me ayudó mucho escribir esa novela porque al final de cuentas me consolé. El mito de Sísifo representa eso. Me di cuenta de que andamos apurados para que las cosas se resuelvan tan rápido. Gramsci decía que si no se cambia la ideología, la manera de ver el mundo, la gente va a rebelar cuando le impongas un mundo diferente.
Me pareció interesante la idea de comenzar la novela con el poema de La vida es sueño de Calderón de la Barca, y terminar con el mito de Sísifo. ¿Crees que alguna vez Nicaragua va a llegar a la cima sin que la roca le siga cayendo encima?
En la revolución francesa el horror terminó ejecutando a los propios que la lideraron, pero cien años después se logró la meta que perseguían. Francia es una república sólida, un país avanzado, civilizado. Me hizo pensar en el tiempo. Uno quiere ver sus sueños realizados en un tiempo de vida. ¿Qué son 80 años? Es muy poco tiempo para llevar a cabo un cambio tan rotundo.
¿Un silencio lleno de murmullos es también una reflexión sobre la represión del régimen de Ortega en la Rebelión de abril del 2018?
De la Rebelión de abril del 2018 viene todo lo que nos ha pasado. Cuando la pareja Ortega-Murillo se dio cuenta de que nos los querían, que los iban a derrocar, la necesidad de mantenerse en el poder los llevó a instaurar un régimen absolutamente represor. Hace poquito tuvieron 30 mil hombres vestidos de camiseta blanca y pantalón negro con pasamontañas formados en la Plaza de la Revolución jurándoles lealtad al Daniel Ortega y a la Rosario Murillo. Es decir, formaron una fuerza paramilitar porque la Rosario tiene miedo de que el día que se muera Daniel Ortega el Ejército le dé un golpe (esa es mi lectura). Ella quiere tener su propio ejército. Treinta mil es un gran número. Muchos no son policías ni militares, son empleados públicos que los obligan a hacer ese tipo de cosas.
Ortega te declaró exiliada de Nicaragua en febrero del 2023. Además, te despojó de la nacionalidad nicaragüense y de los bienes que tienes en Nicaragua. ¿Qué ha representado ese exilio?
El exilio ha sido un descalabro tan grande porque yo tenía mi casa, mi estudio, estaba bien contenta. Y tenía la ilusión de acabar mis días mirando el lago y los volcanes y la naturaleza nicaragüense. Y ahora me toca un cambio radical, no solo un cambio de espacio físico sino que nos quitaron todo. Mi casa que significaba no solo el refugio, sino que si te enfermas horriblemente podés hipotecarla. Es una casa que compramos en 1987 y que ha estado en nuestra vida por largo tiempo.
Yo he agarrado con mucha filosofía este segundo exilio y es que uno poco a poco en el transcurso de la vida se va construyendo como un centro de quién sos, qué querés, para qué servís. Ese centro es como un pilar fuerte. A mí no me ha derrotado este exilio para nada. Más bien creo que profesionalmente ha sido ventajoso venir a España, conectarme con la Academia de la lengua, con la literatura. España me ha abrazado profundamente: me dio la nacionalidad, me abrió las puertas. Porque además España se ha convertido en la patria adoptiva de muchos escritores latinoamericanos. A mí me gusta lo impredecible. En Nicaragua, llegó un momento en que dije, ya hice lo que debía hacer. Y de repente la vida me da un vuelco y tengo que volver a reinventarme. Económicamente fue un desastre. Nos quitaron la pensión de jubilación y la seguridad económica que teníamos. A mi hijo también lo exiliaron y le quitaron todo. Nos movieron el piso.
Yo he visto un renacer de Gioconda Belli. Todos los días estás en las redes sociales. El nuevo libro. Ganaste el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, y el Ojo Crítico Iberoamericano, eres la presidenta del Pen Nicaragua y miembro de la Real Academia de la Lengua.
Es verdad. Desde que vine a España me puse a hacer cosas, a trabajar duro. Ingresé como miembro de la Real Academia de la Lengua. Volví a escribir poesía y seguí luchando por Nicaragua.
¿Y qué va a pasar con Nicaragua?
Yo digo que Nicaragua es un país tan chiquito que es un país portátil y siempre lo ando conmigo. La verdad es que Sergio Ramírez y yo hemos hecho un trabajo fuerte por Nicaragua. Porque la gente casi no habla de Nicaragua. Yo en los post. Twitter, Instagram, pongo todo sobre Nicaragua.
¿Y vos me preguntás qué va a pasar con Nicaragua, y te digo, ¿qué va a pasar con Estados Unidos?
¿Qué va a pasar con el mundo?
-Ambas nos miramos con ademanes de inquietud. Finalmente, ella es la que responde:
Yo creo que nos vamos a enfrentar en contra del autoritarismo a todo nivel. Pero como soy optimista perdida, cuando hay estos grandes cataclismos, también salen cosas buenas, porque hay una contra que dice «esto no puede ser». Te pone la película clara de lo que significa el autoritarismo. El problema es que tenemos tantas distracciones y tan poca formación cívica. Va a costar más de lo que hubiera costado en los setentas, ochentas. La tecnología nos ha absorbido. Es fascinante también: la comunicación instantánea. Por eso estamos aquí conectadas a pesar de que estamos a miles de kilómetros de distancia. La clave está en seguir luchando, escribiendo, pensando, no dejarnos vencer por la adversidad.
Estas mismas ideas las resume Giconda Belli en El país bajo mi piel:
Mi esperanza es que de tantos tumbos y desaciertos surja, obligada por nuestra necesidad de sobrevivencia como especie, un sistema social que nos conduzca, si no a la imposible y romántica utopía, a sociedades empáticas, con equidad en la diversidad, la justicia y con muchas mujeres desempeñando sus artes desde esa vocación de cuidar la vida que biológicamente nos pertenece.
Ser mujer y atreverme a serlo sin falsa modestia, con gozo, con desafío, sin arrogancia, cierta de que la vida abraza a quien la abraza, vivir con optimismo y sin amargura me ha brindado una vida intensa de la que no me arrepiento. Ser escritora es lo mejor que me ha pasado. Es una fuente de satisfacciones. Siendo una puedo ser muchas.
Los invito a leer mi blog: https://expresionmujeres.blogspot.com